Paternidad Responsable. Reflexión a partir de: Adolescencia

Paternidad: un viaje de retos, amor y reflexión en constante evolución. Exploramos su complejidad a través de “Adolescencia” de Netflix.
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Paternidad Responsable. Una reflexión a partir de: Adolescencia

Se acerca la celebración de la paternidad a través del Día del Padre y quizá la condición de ser padre e hijo coexistan. Es entonces cuando se realizan los preparativos para organizar una comida especial en honor a esas figuras masculinas que marcaron y siguen influyendo en nuestras decisiones y emociones. 

Tal vez se prefiera un descanso bien merecido después de una semana ajetreada, un mes ocupado, un año de desafíos. Cualquiera que sea la condición propia, esta celebración a la paternidad nos invita a reflexionar sobre el papel que el padre juega en los hijos y su rol en la sociedad. 

Todo padre sabe que es una función con retos distintos, no por ello menos desafiantes que los que enfrenta la mamá. Somos conscientes de que los tiempos cambian y la función de padre va transformándose para adaptarse a las demandas individuales, familiares y sociales. 

Ahora se requiere de una mayor disponibilidad afectiva y de tiempo para involucrarse en actividades de las hijas e hijos: asistir a la presentación de ballet, acompañar al partido de fútbol; estar presente en el debate escolar; participar en la clase abierta de la escuela; formar parte del comité escolar para resolver cuestiones escolares… La lista continúa; no acaba ahí.

Aptitudes paternas

No hay que olvidar que ser padre implica también tener habilidades comunicativas y afectivas que faciliten la interacción con los hijos, y para ello se requiere de una capacidad para conocerse bien y modular los rasgos de personalidad que trastoquen la comprensión y orientación de las motivaciones, y emotividad de los hijos. 

La buena gestión del diálogo con la pareja es esencial para que se haga equipo y juntos busquen soluciones efectivas a cada desafío. Esto puede sonar tan fácil o difícil, dependiendo de nuestro conocimiento y la experiencia disponibles sobre la paternidad. Por otra parte, el conocimiento y la experiencia no siempre garantizan el ser un padre ejemplar.

A vista de ojo de pájaro se identifica a la paternidad con una condición de alto rendimiento y no me dejarán mentir los padres: sí que lo es y conlleva riesgos, decepciones a la par de inmensas satisfacciones. ¿En dónde radica el secreto del balance? Ser padre conlleva implícitamente ser un proveedor más, porque la pareja aporta económicamente al hogar. 

El desafio paterno

En tiempos de incertidumbre laboral, ya desde hace varias décadas empieza a ser un desafío. Sin lo económico no puede haber estabilidad ni otras oportunidades, como lo sería acudir a servicios de apoyo psicológico para consultar, reorientar la paternidad. En resumidas cuentas, ser padre implica una función que tiene muchas aristas: la de proveedor o complemento de las necesidades económicas de la familia se esté o no casado, se viva en unión libre; esté separado o divorciado.

Ser guía que dé acompañamiento a los hijos, alineado a las necesidades y requerimientos específicos. Asimismo, conlleva ser un facilitador de conocimientos, habilidades y desarrollo espiritual, es decir, un maestro dispuesto, de oído atento y emocionalmente disponible. 

Idealmente esto es ser padre.

Una reflexión sobre paternidad a través de Adolescencia de Netflix

Hay un dicho que reza así: primero es el ser y luego el modo de ser; en este caso sería que primero es el sustento y luego el arte de ser humano, pero no considero que sea una sentencia que aplique en todo caso. Los desafíos son múltiples en la paternidad y cada vez más frecuentemente se requiere de un análisis sincero y un esfuerzo mayor y sostenido para superar obstáculos. Pensarás que metafóricamente me refiero a la paternidad como una carrera de obstáculos y en ello no te equivocas.

Para darle un giro a esta reflexión te invito lector a que me acompañes a analizar la serie de Netflix Adolescencia, creada en 2025, por Jack Thorne y Stephen Graham, dirigida por Phillip Barantini. Las actuaciones insuperables de: Owen Cooper, Stephen Graham, Christine Tremarco, Erin Doherty. 

Es un drama británico, en cuatro capítulos, que aborda la historia de un adolescente de 13 años, Jamie Miller, quien presuntamente asesinó a Katie Leonard, su compañera de clase. Los capítulos  estan filmados en plano secuencia, lo cual consiste en filmar sin un solo corte. Esta técnica cinematográfica da la impresión de presenciar en tiempo real lo que va aconteciendo, lo que crea un realismo muy bien logrado.

Los tópicos de la serie

Esta producción aborda varios temas muy crudos: la ira masculina, la paternidad, el abandono emocional de los hijos; la violencia machista; la adolescencia; la violencia en las escuelas; el acoso escolar; la psicopatología: narcisismo, sociopatía; aspectos judiciales sobre el infractor menor de edad. Quiero aclarar que la cinta refleja lo que ocurre cuando un menor de edad infringe la ley. 

El abordaje es minucioso en cuanto a procedimientos judiciales, legales; el tratamiento clínico del menor. Inicia con una secuencia del allanamiento y detención de Jamie Miller, la cual es muy impactante por la crudeza de la irrupción al domicilio y la lectura de acusación y lectura de derechos. Es apabullante lo que va ocurriendo después.

Para el espectador resulta angustiante el ofuscamiento de los padres al no entender qué ocurre, el por qué las fuerzas policiacas irrumpen en el domicilio; la impotencia de no poder proteger a su hijo; no comprender el alcance de la acusación que recae en el hijo. Quien mira el rostro del niño de escasos 13 años se siente conmovido e incluso ofendido porque, incluso, puede pensarse que debe haber un error; resulta incomprensible; vaya, nos negamos a aceptar que ese adolescente de constitución delgada y carita adormilada y espantada, le pertenezcan a un homicida.

La crudeza que crece

Una vez que el expediente es integrado judicialmente con los datos personales, la toma de muestras de ADN, (saliva y sangre), toma de fotografías de rostro, registro de huellas digitales, exploración en busca de marcas en el cuerpo que sirvan como evidencia, interrogatorio con el acompañamiento de su abogado defensor asignado o abogado de oficio, y de su padre, quien funge como tutor responsable del menor, Jamie queda a disposición del ministerio público en espera de asignarle la institución de tutela de menores infractores hasta que se efectúe el juicio.

Lo que resulta lamentable y que a uno que otro nos genera la sensación desagradable en el estómago es cuando, después de justificar su detención mediante pruebas como las conversaciones en redes sociales que Jamie mantuvo con la víctima, o bien, cuando le muestran el video de las cámaras de seguridad en la zona del ataque, Jamie contesta con una negativa a la pregunta expresa de su padre: “¿lo hiciste?”. 

Reflexión sobre la crianza

Para quienes queremos creer que debe haber un error, lo que sigue es devastador. Capítulos más tarde, en la escena de la segunda entrevista con la psicóloga clínica, se llega al fondo de la cuestión: Jamie es un psicópata porque demuestra nula empatía hacia la víctima fallecida. Si bien comprende lo que es la muerte, lo que resulta espeluznante es que no se vislumbra ni un ápice de arrepentimiento. Para Jamie las mujeres son objeto de odio, en quienes pueden volcar sus más retorcidos impulsos destructivos.

Esta sesión será decisiva en el veredicto, lo sabemos. Lo que queda aún por comprender es porqué. ¿Qué circunstancias familiares, sociales deben agregarse al componente genético para engendrar un psicópata menor de edad? Y, como toda buena serie, nos deja más interrogantes que respuestas. Al final nos quedamos con el profundo dolor existencial del padre porque “se pudo haber hecho más como padre”. ¿Se pudo realmente?

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