La leyenda de Claudia Cardinale
Claudia Cardinale, una de las últimas leyendas de la época dorada del cine europeo, falleció a los 87 años, dejando un legado artístico y estilístico inolvidable.
AUTOR
MARCO GUERRERO
Claudia Cardinale, cuyo nombre de nacimiento es Claudia Giuseppina Rose Cardinale, nacida en el protectorado francés de Túnez el 15 de abril de 1938 en el seno de una familia siciliana, se convirtió en un ícono global y en la musa de algunos de los directores más aclamados del siglo XX. Su carrera despegó tras ganar un concurso de belleza en 1957, un trampolín que la llevó a su debut cinematográfico en Goha (1958) junto a Omar Sharif. Sin embargo, fue su participación en el éxito internacional Rufufú (I soliti ignoti) ese mismo año lo que la catapultó a la fama.
Bajo la tutela del productor Franco Cristaldi, con quien se casó en 1966, su imagen de mujer sensual y con carácter la consolidó al nivel de otras grandes divas italianas como Sofía Loren y Gina Lollobrigida. Curiosamente, su característica voz ronca fue doblada en sus primeros filmes, hasta que el genio de Federico Fellini decidió que su sonido natural era parte esencial de su personaje en la obra maestra 8½.
La década de los sesenta fue su época dorada. Se convirtió en el rostro predilecto de Luchino Visconti, quien la dirigió en dos clásicos inmortales: Rocco y sus hermanos (1960) y la monumental El gatopardo (1963), compartiendo pantalla en ambas con Alain Delon. Su versatilidad la llevó a trabajar con Sergio Leone en el épico spaghetti western C’era una volta il West (1968), donde compartió escena con gigantes de Hollywood como Henry Fonda y Charles Bronson. Aunque Claudia Cardinale nunca se obsesionó conquistar el mercado estadounidense, su talento trascendió ante el público norteamericano.
En Hollywood trabajó en cintas de gran éxito como The Pink Panther (1964) de Blake Edwards, Circus World (1964) junto a John Wayne, y The Professionals (1966) con Burt Lancaster y Lee Marvin.
El rostro de una mujer debe ser acuñado por su propia historia.
La musa de Nina Ricci. Claudia Cardinale fue la figura que más inspiró a la célebre diseñadora turinesa.
En la mayoría sus galas, alfombras rojas y eventos, Claudia vistió prendas de alta costura de Nina Ricci. FOTO. Luc Fournol, 1962
La versatilidad de Claudia Cardinale la llevó a trabajar con Sergio Leone en el épico spaghetti western C’era una volta il West (1968), donde compartió escena con gigantes de Hollywood como Henry Fonda y Charles Bronson.
Claudia Cardinale en “Once Upon a Time in the West”
Su imagen llegó a ser tan icónica que una fotografía suya fue utilizada en la portada original del álbum Blonde on Blonde (1966) de Bob Dylan.
A diferencia de muchas de sus contemporáneas, Claudia continuó cultivando una filmografía rica en el cine de autor europeo. Títulos como Sandra de Visconti, La Storia de Luigi Comencini y Fitzcarraldo del director alemán Werner Herzog, demuestran su compromiso con un cine profundo y artísticamente arriesgado. Su carrera cinematográfica se mantuvo activa durante décadas, colaborando con directores como Claude Lelouch y Fernando Trueba en El artista y la modelo (2012).
Claudia Cardinale fue una mujer de firmes convicciones. Fue muy activa más allá de la pantalla. Desde su hogar en París, fue una activa defensora de los derechos de la mujer y de la comunidad homosexual.
Su vida personal fue discreta; tras su divorcio de Cristaldi, compartió su vida con el director Pasquale Squitieri, con quien tuvo a su hija Claudia. Su primer hijo, Patrizio, fue adoptado por Cristaldi.
En su autobiografía, Moi Claudia, Toi Claudia, y en su libro Mes Étoiles, reveló anécdotas de su vida entre los grandes del cine, siempre con una elegancia que la caracterizó.
Claudia Cardinale falleció en su residencia de Nemours, Francia, el 23 de septiembre de 2025. Con su partida, se cierra un capítulo glorioso del cine, pero su imagen, su fuerza interpretativa y su mirada inolvidable permanecerán para siempre en la memoria popular.
