En su reciente desfile en París, Yamamoto destacó por su audaz colección Fall 2025, donde abrigos negros se transformaron en piezas muy llamativas mediante un intercambio simbólico, revelando interiores morados acolchados. La música y la estética envolvente crearon una atmósfera de melancolía y originalidad que resonó profundamente en la audiencia, reafirmando su inquebrantable sello personal.
El diseñador japonés Yohji Yamamoto cerró su desfile en la Semana de la Moda de París con un impactante acto que dejó una profunda impresión en el público. Cuatro pares de modelos intercambiaron sus largos abrigos negros, dándoles la vuelta para exhibir el forro morado del interior, antes de abotonarlos nuevamente.
Visualmente, los abrigos parecían similares, con ciertas variaciones en los cuellos, pero el verdadero interés se encontraba dentro: los forros morados estaban acolchados de diferentes maneras, ya sea horizontal, vertical o diagonalmente. Este sincero intercambio de prendas podría interpretarse como un anhelo de comunión o como una representación de los misterios ocultos que llevamos dentro. Tal vez aborde ambas realidades.
Durante el desfile, se hizo notar que las melodías de la banda sonora, interpretadas en parte por el propio diseñador, evocaban sentimientos de melancolía y nostalgia. Esta conexión emocional resuena con las palabras del diseñador tras el espectáculo: “La inspiración surge de manera natural porque estoy envejeciendo, así que estoy apurado”.
La colección
La colección femenina de esta temporada se centró fuertemente en la ropa exterior, similar a su desfile masculino en enero, pero en esta ocasión, el creativo nipón de 81 años, optó por alejarse de los abrigos puffer convencionales, presentando piezas que reflejan su estilo característico. Las siluetas envolventes y los ensamblajes de materiales mixtos, junto con bufandas integradas y complejas deconstrucciones, ofrecían un aire de originalidad y sofisticación, como si se tratara de piezas de rompecabezas tridimensionales.
Algunos abrigos presentaban corsés de parches, aclarando que no se diseñaron para modelar el cuerpo, sino más bien para acercar el tejido al mismo. Todo esto se combinó con zapatos planos, anclando incluso las ideas más elaboradas del diseñador japonés en la cotidianidad. Era fácil imaginar a estas mujeres caminando por las calles de París o Nueva York, un deseo que se apoderaba de la audiencia.
Adicionalmente, algunos abrigos estaban decorados con formas geométricas en blanco y morado, y cuerdas onduladas cruzando el torso, que conferían a las portadoras la apariencia de auténticas obras de arte abstracto en movimiento. A pesar de la complejidad y el matiz de sus diseños, existe una cualidad inmutable en el trabajo del diseñador originario de Tokio; las estaciones y los años se entrelazan, y su ropa se mantiene al margen de las tendencias pasajeras. Yohji Yamamoto es un hombre que, indudablemente, es completamente él mismo, un maestro del arte textil que continúa inspirando al mundo de la moda.
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