
Creatividad: la llama que vive en nosotros
¿Como recordar tu naturaleza creadora cuando crees que no la tienes?
COMPARTIR

Me rompe el corazón cada vez que escucho a alguien decir: “yo no soy creativo”. Especialmente cuando lo escucho de alguien que quiero, de una mente brillante que admiro, de un ser humano lleno de posibilidades. Todos tenemos creatividad
Cada vez que lo dicen (negar su creatividad), me dan ganas de sacudirlos con cariño —pero con firmeza—, de agarrarlos a zapes (simbólicamente, claro) para ver si así logran despertar a esa parte de sí que aún no han querido mirar.
Porque sí, todos somos creativos. No es una frase bonita para subir la autoestima ni un discurso vacío para adornar una conversación. Es una realidad profundamente humana. Todos nacimos con una chispa creativa, una llama que arde dentro de nosotros desde que éramos niños. Lo que pasa es que no siempre sabemos cómo se ve o cómo se manifiesta esa llama, porque hemos crecido con una idea muy limitada de lo que significa “ser creativo”.
Durante años nos han hecho creer que la creatividad pertenece exclusivamente al mundo del arte: a quienes pintan, escriben, componen, bailan o diseñan. Como si solo esas formas de expresión fuesen válidas para considerarse creativo. Pero la creatividad es mucho más que eso. La creatividad también es intuición. Es ingenio. Es resolver posibilidades donde otros ven obstáculos. Es cocinar sin receta y aún así lograr algo delicioso. Es encontrar nuevas formas de decir “te quiero” o de hacer reír a alguien cuando está triste. Es inventar juegos, dibujar mapas interiores, construir mundos con palabras, o reinventarse después de una caída.
La creatividad vive en nuestras decisiones cotidianas. En cómo nos vestimos, en cómo organizamos nuestros espacios, en cómo enfrentamos conversaciones difíciles, o en cómo soñamos el futuro. La creatividad no siempre grita; a veces susurra. Y hay que aprender a escucharla. ¿Te resuena algo mencionado? Podrías estarla canalizando en tu día a día sin notarlo.
