
Cosmética milenaria. Jabón de Alepo y Alumbre
El jabón de Alepo y el Alumbre nos ofrecen hoy una conexión directa con prácticas milenarias de cuidado personal que priorizaban la pureza y la eficacia.
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Desde el antiguo Creciente Fértil y sus antiguos rituales de higiene y belleza, dos elementos naturales han perdurado a lo largo de los siglos por sus excepcionales propiedades cosméticas e higiénicas: el Jabón de Alepo y el Alumbre. Estos tesoros ancestrales, venerados por civilizaciones antiguas, nos ofrecen hoy una conexión directa con prácticas de cuidado personal que priorizaban la pureza y la eficacia, revelando cómo la sabiduría de antaño sigue siendo relevante en el mundo moderno.
El Jabón de Alepo es un producto con siglos de historia, originario de la región de Alepo, al norte de la actual Siria. Elaborado de manera tradicional, es un jabón de aceite de oliva sobreengrasado con aceite de laurel, considerado el antecesor del famoso Jabón de Marsella y se cree que llegó a Europa durante las cruzadas. Sus ingredientes principales son aceite de oliva de segunda presión, hidróxido de sodio y aceite de laurel en proporciones variables. Este jabón se distingue por su particular aspecto: al cortarlo, revela una sección de color verde esmeralda y destaca por su densidad, siendo uno de los pocos jabones que flotan en el agua.
El Jabón de Alepo es un producto 100% natural, hipoalergénico y libre de aditivos químicos, conservantes o perfumes. Sus beneficios son múltiples tanto para la piel como para el cabello:
Para la piel: Posee propiedades hidratantes, suavizantes, antisépticas, antiinflamatorias y antioxidantes. Es especialmente recomendado para pieles sensibles y con problemas como acné, psoriasis, eccema, dermatitis y quemaduras, gracias a sus efectos calmantes y regeneradores. Para el cabello: Ayuda a regular el cuero cabelludo, aporta brillo y volumen, y es eficaz en el tratamiento de la caspa y la sequedad.
Higiene diaria: Es versátil para la limpieza facial y corporal, e incluso puede usarse como espuma de afeitar. Pieles sensibles: Su composición natural lo hace ideal para pieles delicadas, incluyendo las de los bebés. Su etapa de secado prolongada le confiere una durabilidad extraordinaria. El aceite de laurel, en particular, le otorga propiedades antisépticas, muy útiles en el tratamiento del acné juvenil y la psoriasis.
Alumbre. Neutralizando olores desde tiempos remotos
El alumbre es un tipo de sulfato doble, compuesto por el sulfato de un metal trivalente (como el aluminio) y otro de un metal monovalente. Generalmente se refiere al alumbre potásico (KAl(SO4)2·12H2O), aunque el nombre también se usa en la industria para el sulfato de aluminio o en medicina para el hidróxido de aluminio.
Históricamente, el alumbre ha sido una sustancia valiosa. Heródoto ya mencionaba el alumbre egipcio como una mercancía apreciada en la antigüedad. Yacimientos arqueológicos en la isla griega de Lesbos atestiguan su producción de alumbre potásico desde el siglo II d.C. Plinio el Viejo y Dioscórides describieron diversas formas de alumbre, destacando sus propiedades astringentes y su uso en tintorería y medicina, aunque sus descripciones a menudo mezclaban el alumbre con sulfato de hierro. Durante la Edad Media, el alumbre fue el mordiente (sustancia para fijar tintes) más utilizado en la industria textil, siendo un principal producto de exportación.
En el ámbito cosmético, el alumbre de potasio es popular como desodorante natural. Al humedecerse y aplicarse sobre la piel, deja una capa mineral con efecto bactericida, eliminando el mal olor de las axilas al combatir las bacterias que lo causan. No es un antitranspirante. También se utiliza en los pies como desodorante y como after-shave, presentándose comúnmente en formato roll-on para facilitar su aplicación.