
Inspirados en lo caricaturesco, resignificados como lujo y celebrados como performance, el calzado surrealista de Marc Jacobs representa la esencia de un creativo que se atreve a disruptir.
Marc Jacobs jamás se ha conformado con lo convencional.
Marc Jacobs nos confirma que la moda no es sólo tendencia, sino un lenguaje que comunica ironía, alegría y disrupción Con sus Wacky Shoes —zapatos de punta exageradamente alargada, proporciones distorsionadas y espíritu juguetón— el diseñador neoyorquino vuelve a recordarnos que vestir es también un acto de imaginación.
Marc Jacobs | Fall Winter 2025/2026
Los Wacky Shoes surgieron de una reflexión sobre el humor en la moda, inspirándose en el universo del slapstick, la estética de los dibujos animados y el dramatismo de la teatralidad. Su punta afilada y desmesurada evoca el calzado de muñecos o personajes caricaturescos, pero reinterpretado con materiales de lujo como satén, charol y acabados de alta costura.
Según los críticos, esta propuesta busca desacralizar el glamour, demostrando que lo excéntrico puede ser sofisticado. En palabras de Marc Jacobs, “lo feo, lo ridículo o lo desproporcionado no son defectos, sino detonantes de creatividad”.
Los Wacky Shoes, además, son una declaración contra la monotonía en una era donde la moda parece regida por la comodidad absoluta (como los sneakers, el normcore y el athleisure).
Jacobs responde con lo opuesto: un calzado que, aunque incómodo a la vista, es divertido para el espíritu. Los Wacky Shoes son la ironía convertida en una broma visual, un guiño a quienes entienden que el verdadero lujo no reside en seguir tendencias, sino en atreverse a ser diferente. El calzado se convierte en una performance: cada paso genera conversación, risas y sorpresa. Al usarlos, la persona se convierte en el protagonista de una pequeña y personal puesta en escena.
Más allá de lo estético, estos zapatos también pueden interpretarse como una crítica al consumismo visual. En un mundo saturado de imágenes perfectas en redes sociales, Marc Jacobs propone una silueta que incomoda, que rompe con el canon de belleza fácil. El absurdo, en este caso, se convierte en una forma de resistencia.
