Memorias de un Caracol

Memorias de un Caracol, más que una simple película animada, es una elegía sobre la depresión y una reflexión acerca de la resiliencia.

Memorias de un Caracol es un largometraje animado, que tiene una duración de 94 minutos y es dirigido por Adam Elliot.  Esta producción de Arenamedia, Snails Pace Films, 2024, merece varias nominaciones por el guión y  la animación.

Empecemos por el guión. Memorias de un Caracol incluye reflexiones profundamente filosóficas que nos conmueven hasta las lágrimas: “La vida no se trata de mirar hacia atrás, Gracie, debemos caminar hacia adelante; o “las peores jaulas son las que creamos para nosotros mismos”, que nos recuerdan lo importante que es el aprendizaje con esperanza, con gratitud por lo vivido. Así mismo, nosotros podemos tener el control de nuestra actitud ante lo que nos pasa.

Quedarse atado al pasado no ayuda a crecer y lograr un bienestar. Esta es la perspectiva de Pinky, una figura materna que le sirve a Grace, protagonista de la película, como referente de entusiasmo y amor por la vida. Pinky será quien enseña a Grace cómo sobreponerse al infortunio, al dolor, a la pérdida. 

En Memorias de un Caracol tenemos otra frase: “la infancia es como estar borracho: todos se acuerdan bien de lo que hiciste menos tú”, que refleja la idea juguetona y fresca de Percy. Así mismo la frase refiere a su propio vicio en el que el padre se refugia del dolor. Percy es un padre amoroso y soñador que trata de sacar adelante a sus hijos como mejor puede: es un artista de calle que desafortunadamente sufre un accidente y queda inválido. Mientras vive con sus hijos gemelos, Grace y Gilbert, Percy disfruta haciéndolos reír; les fomenta el amor por la lectura de los clásicos; y los cría en un ambiente de solidaridad.

Vemos así que a pesar de las duras experiencias de Grace: nacimiento riesgoso, enfermedades que la aquejan en la infancia; muerte de su madre; la minusvalía y muerte del padre; bullying; la separación de los gemelos mediante el sistema tutelar estatal, Grace logra transformar su depresión en gratitud y fortaleza.

Póster de Memorias de un Caracol.
Póster de Memorias de un Caracol

La animación como medio para entender la transformación. Caracol y fuego

La animación es un intensificador de la historia y es fascinante con sus detalles graciosos, irónicos, macabros en otras ocasiones. El trabajo visual refuerza el sentido de la transformación de Grace y Gilbert. Los recursos gráficos facilitan la comprensión del sufrimiento tanto de Grace como de su hermano.

Las innumerables experiencias dolorosas han transformado a Grace:  mujer enfermiza, sensible, noble, acumuladora, gustosa por lo ajeno (cleptómana); y es antítesis de su hermano gemelo, Gilbert: rígido, protector, agresivo, amante de la libertad de los animales, vegetariano y algo piromaníaco, por su amor al fuego; y homosexual. Grace se apasiona por los caracoles y Gilbert por el fuego. Con humor negro y con un desarrollo metafórico de los recursos visuales logramos entender que Grace se ha transformado en un caracol mientras que Gilbert por poco se convierte en fuego.

Lo visual permite acercarnos al dolor profundo, a la depresión y volvernos empáticos. A lo largo de la película logramos comprender que a pesar del dolor existe el recurso de la sonrisa. Necesitamos el humor como mecanismo de autocuidado. Es el primer paso a la resiliencia. 

Vemos que tanto Gilbert como Grace necesitaron tocar el fondo del pozo negro para subir a la superficie, respirar y ver la luz.

El caparazón, casa que la depresión habita

Grace, con el paso de los años va transformando su casa en un caparazón. Colecciona muchos artículos alusivos a un caracol; cría caracoles y puercoespines, hasta que la casa queda invadida de artículos inútiles para una vida funcional. Basta ver cómo está el dormitorio de Grace. El agobio que produce ver tanta acumulación es como el creador de esta magnífica película nos ayuda a entender el síndrome del acumulador, el cual ciertas personas desarrollan por el gran vacío existencial que experimentan.

La ironía, una constante

La ironía es un recurso muy socorrido en la película. A manera dickensiana el guionista Adam Elliot nos recuerda que a veces la vida da un giro inesperado y la ayuda proviene de quien menos se espera. Grace, como el personaje de Grandes Esperanzas, Pip, ayuda a un hombre indigente y alcohólico y años después será el juez que la exonera de sus acciones cleptómanas.

Memorias de un Caracol, una animación imperdible

Es una película extraordinaria por su trabajo visual poético y su guión filosófico que constituye una mirada agridulce sobre la depresión que puede tornarse pasivo y autodestructivo o bien agresivo e impulsivo hacia otros. Finalmente son caminos destructivos que necesitan ser atendidos con la mediación de la tolerancia a la diferencia y en resumidas cuentas con el amor.


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